Carta a mis ginecólogos

Aunque siempre me habían dolido mucho las reglas, llegó un momento en que eran insportables. Tardaron 5 años en diagnosticarme endometriosis desde entonces . Durante esos 5 años visité infinidad de ginecólogos, en sus consultas y en urgencias, me hicieron ecografías, radiografías, análisis de sangre, de orina, y mil pruebas más. Nunca nadie vio nada, y parece que si no ven, dan por hecho que estás mintiendo y que tu dolor te lo inventas, lo finges o lo exageras.

Durante todos esos años me sentí impotente, sola y desamparada. Yo sabía que ese dolor de regla no podía ser normal, un dolor que te impide caminar, un dolor que te deja en cama, un dolor que hace que llores con lágrimas como puños, un dolor que hace que te retuerzas, lo mires por dónde lo mires, no es normal.

Esta carta es para todos aquellos ginecólogos con los que me he cruzado en algún momento de mi vida y han menospreciado mi dolor y por lo tanto, me han menospreciado a mi, como persona, y como mujer. También hay los que simplemente me decían que no tenía nada, pero al menos ellos, no me insultaron en la cara.

«Querido ginecólogo,

Digo querido porque no se me ocurre ninguna manera elegante de llamarte por el nombre que te mereces.

Me pregunto, si cuando fui a tu consulta, llorando de dolor y explicándote que cada vez que me venía la regla no podía ni caminar, no tuviste ni un poco de remordimientos al decirme que lo que tenía que hacer era ponerme a trabajar y dejar de quejarme. (Ginecólogo 1)

Me pregunto si aquel día que fui a urgencias por el dolor tan brutal que sentía cuando me vino la regla y me llamaste hipocondríaca, por el simple hecho de decirte que tenía un quiste en el ovario y pedirte que me lo miraras, conseguiste dormir algo esa noche, yo desde luego no pude. (Ginecólogo 2)

Me pregunto porque cuando me operaste «para ver que tenía», no fuiste capaz de asumir que era demasiado para ti, un ginecólogo general, operar y tratar una endometriosis grado 4 infiltrada,  y que me podías derivar a un especialista. Me pregunto también como tuviste las narices de decirme que me quejaba por quejar, cuando solamente un mes después de operarme iba a tu consulta una vez a la semana porque el dolor ya no era sólo durante las reglas, si no que empezaba a ser crónico. (Ginecólogo 3)

Me pregunto si cuando estuve en tu consulta, operada por segunda vez y llorando porque el dolor había vuelto tan sólo 4 meses después, te sentiste orgulloso de ti mismo y de tu profesión por decirme que mi problema era la baja autoestima que sentía por no poder ser madre, y que el dolor me lo inventaba porque tú me habías operado y tú me habías dejado bien y era imposible que tú fallaras en algo. Demasiados tús para un dolor que era mío y no tuyo. (Ginecólogo 4)

Me pregunto si tratarías así a tu mujer o a tu hija, y de verdad, me cuesta entender que un médico pueda tratar así a una paciente con dolor. Me gustaría poder decirte todas estas cosas en persona, pero tengo claro que te mereces lo mismo que tu me diste cuando recurrí a ti en busca de ayuda, desprecio.

Por suerte, después de ti (vosotros) encontré otros ginecólogos, que si me creyeron e intentaron ayudarme. A ellos, les doy las gracias. A ti (vosotros) no te doy ni la hora.»

Besos. Endowarrior.

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