No fue inmediato. Reconozco que pasaron varios meses hasta que empecé a pensarte, y después pasaron varios meses más hasta que empecé a imaginarte.
Pese a que desde muy jovencita siempre pensé que si un día no podía ser madre, adoptaría, cuando me confirmaron mi infertilidad y mi imposibilidad de poder ser madre, ni si quiera haciendo fecundación in vitro, ese pensamiento no volvía a mi. Durante un tiempo demasiado largo la frustración se apoderó de mi. Mis amigas empezaban a tener hijos y yo sólo podía quererlas y odiarlas al mismo tiempo. Pero lo peor fue el odio que sentía hacia mi misma, el odio que sentía por odiar tanto, por querer tanto, y por no poder lo que otras sí podían.
Pero un día empecé a pensarte, y después empecé a imaginarte, y desde entonces ya no pude parar.
No sé como serás, ni que edad tendrás. Por no saber, no sé ni de que país serás. Sólo sé que sin saber, yo ya siento que te quiero.
Te imagino en mi horizonte, te imagino mientras camino y te imagino mientras respiro. Te imagino sentado en la que espero, que algún día, sea tu habitación. Te imagino riéndote a carcajadas, doblado de la risa y con el pelo revuelto, porque te hago cosquillas recién despierto en la cama. Te imagino mientras te sueño y te sueño muy mío, y yo muy tuya…
Te imagino feliz pero también triste, porque te preguntas cosas que yo no podré responderte, pero te imagino a mi lado, y yo al tuyo, para que juntos, nos lleguen a dar igual esos interrogantes.
Tengo miedo de gastarte, de tanto imaginarte.
Espérame, que no tardo.